Anoche, en la Catedral del Cante del 63 Festival Internacionl del Cante de las Minas se fraguó un espectáculo único, Las Minas Flamenco, en el centro Eduardo Guerrero, el de los bailes imposibles, quien ganara El Desplante hace 11 años, como artistas invitados, el manchego Ricardo Fernández del Moral, artista con adn Cante de las Minas, el único ganador de Lámpara Minera que se acompaña a la guitarra y por otro David Palomar, puro Cádiz. Sumamos al cuadro Anabel Rivera, Manu Soto y la guitarra de Javier Ibañez y Alejandro Solano en la percusión. La escenografía, inmejorable, la propia de la Catedral del Cante. Espectáculo producción del propio festival y de Solana producciones.
Eduardo Guerrero regresaba a ese escenario 11 años después de ganar el «Desplante» masculino. Como figura principal, fusionó la ilusión con el respeto. «Volver aquí es una manera de entender lo que sucedió y poder celebrarlo», comentaba minutos antes del inicio del espectáculo. Poco después de las once de la noche, la voz de David Palomar resonó en el Antiguo Mercado Público, a capella, uniéndose a las voces de Ricardo Fernández del Moral (ganador de la «Lámpara Minera» 2012), creando una emoción palpable en el templo, completado por Manu Soto y Anabel Rivera. Si el momento no era ya suficientemente impactante, Eduardo Guerrero subió al escenario. El cuadro, acompañado por la guitarra de Javier Ibañez, incluía también a Alejandro Solano, ganador del «Filón» 2019.
Del Moral y Guerrero profundizaron en el flamenco por soleá, en un escenario a oscuras con un solo foco iluminando al cantaor y al tocaor. No tardó mucho Guerrero en deleitar al público con su taranto, evocando su experiencia en el concurso. «Voy a repasar los palos que me acompañaron en ese tiempo», confesó. Y lo hizo con una destreza que solo se recuerda en los más grandes del baile flamenco.
«Las Minas Flamenco» ofreció un recorrido por la riqueza del flamenco desde la Bahía de Cádiz hasta el Levante. David Palomar aportó el contrapunto exacto que la noche necesitaba. Aunque comenzó con la intensidad de la seguiriya, pronto cambió a tanguillos. «Acompáñennos un poquito a ‘Cai'», animó al público con los cantes festivos de su tierra.
Con la flexibilidad de su cuerpo, su alma flamenca y el sentimiento que transmite su duende, Eduardo Guerrero bailó por tangos y, al finalizar, con las luces casi apagadas, comenzó a hacer que las palmas resonaran en todo su cuerpo hasta iluminar a Ricardo Fernández del Moral, quien destacó con el cante por Farruca mientras Guerrero bailaba.
El fin de fiesta fue el colofón de una noche en la que siete artistas demostraron que cuando el talento se une, el flamenco crece. Por alegrías, y entre los piropos del público hacia Guerrero, el bailaor dibujó un corazón con sus manos y lo lanzó hacia la audiencia. Uno a uno, los artistas cantaron y bailaron, transmitiendo una emoción conjunta que caló en cada uno de los asistentes.
Y cantaron: «¿Qué es el flamenco? Es una fragua encendida, que no se apaga, que nunca muere». Con el público entregado de manera mágica, y con una despedida en la que ni los propios protagonistas querían marcharse, «Las Minas Flamenco» consiguió que la noche fuera inolvidable, en un espectáculo sin igual.
En las jornada cultural, Pitingo recibió el Castillete de Oro del Festival de manos del alcalde de La Unión Joaquín Zapata con la charla previa con el periodista Juan Ramón Lucas. La madrugada flamenca se celebró en el Café del 33 a cargo de Ricardo Fernández del Moral
Fotografías & vídeos @Manjavacas.flamenco
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