Rocío Molina – Madrid en Danza

Rocío Molina - Caído del cielo

Rocío Molina - Caído del cielo

35 FESTIVAL MADRID EN DANZA

CAÍDA DEL CIELO
Rocío Molina

Género: Flamenco
País: España
Duración aproximada:80 minutos (sin intermedio)

Domingo 28 de junio. 19-30h

Entradas

 

FICHA ARTÍSTICA
Un espectáculo de: Rocío Molina
Codirección artística, coreografía y dirección musical: Rocío Molina
Codirección artística, dramaturgia, espacio e iluminación: Carlos Marquerie
Composición de música original: Eduardo Trassierra
Colaboración en la composición musical: José Ángel Carmona, José Manuel Ramos “Oruco” y Pablo Martín Jones
Ayuda a entender el suelo: Elena Córdoba
Diseño de vestuario: Cecilia Molano
Realización de vestuario: López de Santos, Maty y Rafael Solís
Fotografía: Pablo Guidali y Simone Fratini
Elenco: Rocío Molina (baile), Eduardo Trassierra (guitarras), Kiko Peña (cante, bajo eléctrico), José Manuel Ramos “Oruco” (compás, percusiones) y Pablo Martín Jones (batería, percusiones, electrónica)
Dirección técnica e iluminación: Antonio Serrano
Sonido: Javier Álvarez
Regiduría: María Agar Martínez
Ayudantía de producción: Magdalena Escoriza
Dirección ejecutiva: Loïc Bastos
Agradecimientos: a Emilio Belmonte por su pasión y discreción, a Rosario “La Tremendita” por su ayuda y sus sabios consejos
Acompañados por el cielo de: Carmen Amaya, Camarón de la Isla, Enrique Morente y Paco de Lucía
Una producción de: Danza Molina S.L. / Chaillot– Théâtre National de la Danse (París). En colaboración con el INAEM

Sobre el espectáculo

El flamenco que propone Rocío Molina en Caída del cielo tiene algo de esencial, ahonda en sus raíces y, al mismo tiempo, con libertad, lo enfrenta con otras maneras de entender la escena y con otros lenguajes, consciente de que el flamenco es una expresión libre y de libertad, que no puede, ni debe, ser domesticado.

Esta obra es un viaje, un descenso. Asistimos al recorrido de una mujer, guiada por su baile, que es intuición y materia, a través de luces y sombras. Y, con ella, nos precipitamos en el silencio, la música y el ruido en territorios desconocidos. Ante nosotros: lo palpable y lo que, aún existiendo, está normalmente oculto a nuestros ojos, se materializan en el cuerpo de Rocío Molina. Ella baila y establece una relación diferente con la tierra. Y tú tienes la sensación de que su baile nace entre sus ovarios y esa tierra que patea. Y, así, su baile se convierte en la celebración de ser mujer.

Este descenso o caída es el viaje sin retorno de una mujer, pero Rocío Molina no nos conduce ante la imagen invertida de El ángel caído, como le ocurrió a Dante en su Divina comedia, sino que nos lleva a un espacio de profunda libertad. En el viaje parece que se quiebra el alma y que nos sumergimos en un mar denso y opaco, un paisaje oscuro plagado de luciérnagas que, en nuestra caída, nos guían y nos elevan hacia paraísos oscuros y tinieblas de color en continuo movimiento.

En definitiva, esta obra es el viaje o descenso o tránsito de una mujer desde un cuerpo en equilibrio a un cuerpo que celebra ser mujer, inmerso en el sentido trágico de la fiesta.

 

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