Teatro Bretón de Logroño Jueves-24 de febrero-19.30-Horas
LUIS MONEO, Cantaor de Jerez
Juan Manuel Moneo, guitarrista
Hablar de la Plazuela en el flamenco actual es hablar de la familia ‘Moneo’ una de las sagas cantaoras más emblemáticas de Jerez. Sin embargo, de esta inagotable cantera de cantaores, que hasta ahora ha sido representada por Manuel Moneo y ‘El Torta’, emerge con fuerza otro nombre propio: Luis Moneo. Facultades no le faltan, y su voz lleva innata el eco y la jondura de una de las estirpes más añejas de nuestra ciudad.
El hermano menor de Manuel Moneo y El Torta es una de las más gratas sorpresas que ha deparado el flamenco jerezano de los últimos tiempos. Todos lo conocían en su faceta como guitarrista de acompañamiento (para su familia, principalmente) que ha heredado su hijo Juan Manuel Moneo. Pero un buen día decidió soltar la guitarra y ponerse a cantar. Lo primero fueron oportunidades para cantar al baile y estuvo un buen tiempo en la compañía de Antonio El Pipa y, luego, en otras como la de María del Mar Moreno, Andrés Peña, María José Franco y otras muchísimas más que aprecian sus extraordinarias condiciones. Lo principal en Luis, al que en el seno familiar lo conocen como «Pepe», es ese metal inconfundible del vínculo Moneo-Lara, flamenquismo y lleno de posibilidades expresivas.
Siendo él, hay instantes que su voz recuerda a Manuel, otras que recuerda al Torta, otras a su tío Pacote… pero con un valor añadido, una notable afinación de los cantes, gracias a su extenso conocimiento de la guitarra. Comienza a hacerse un hueco en solitario y son muchas peñas flamencas y festivales los que invitan a este interesante cantaor de la Plazuela jerezana.
En 2017 se publicó su primer disco como cantaor solista con el título de Mi Cante, mi Palabra acompañado a la guitarra por su hijo Juan Manuel Moneo. Grabación madurada a fuego lento, el resultado es inapelable. Un gran disco de cante cabal y verdadero, fresco y añejo al mismo tiempo, ofrecido con una naturalidad propia del directo. Cada estilo suena a lo que tiene que sonar, pero con sabores muy particulares: el de la Plazuela y el de la saga, por supuesto, pero también el del propio cantaor.