ISRAEL GALVÁN «LA EDAD DE ORO» – Suma Flamenca

Israel Galván & Le Cirque Romanés - Gatomaquia - La Bienal

Israel Galván & Le Cirque Romanés - Gatomaquia - La Bienal

TEATROS DEL CANAL
Sala Roja – Madrid
Domingo, 7 de noviembre de 2021
20.30h. – Duración: 80 min.

ISRAEL GALVÁN
LA EDAD DE ORO

ESTRENO EN MADRID
Israel Galván, bailaor
David Lagos, cantaor
Juan Requena, guitarrista


De las muchas definiciones que del tiempo mítico que fue La edad de oro podemos encontrar, sin duda, las que más convienen a nuestros protagonistas son estas.

Cuando hablamos de La edad de oro como un tiempo mitológico en el que la muerte se encontraba encerrada y se le negaba la posibilidad de hacer su trabajo, sin duda nos acordamos de la guitarra de Alfredo Lagos. La muerte estaba ahí, mientras el mundo vivía en paz, amor y concordia, la muerte terrible estaba ahí impedida de actuar. Escuchamos la seguiriya de Alfredo Lagos como un canto a esa edad de oro, a ese tiempo.

Cuando hablamos de La edad de oro como un tiempo pasado que fue mejor, a esa época dorada que a menudo se establece como fuente de referencia y canon artístico, estamos en una conversación con Fernando Terremoto. Debemos situarnos entre los años cincuenta y sesenta, entre las grabaciones de José Manuel Caballero Bonald para el Archivo del cante flamenco del sello Vergara y la serie de televisión Rito y geografía del cante, que filmaran Mario Gómez y José María Velázquez. Estamos hablando de Tío Gregorio Borrico, Juan Talega, Manuel Agujetas, Manuel Soto «Sordera», Perrate, Tía Anica la Piriñaca, y claro está, de Fernando Terremoto, el padre. Cada cantaor, cada forma de entender el cante tiene su edad de oro, su genealogía.

Cuando hablamos de La edad de oro como un tiempo nuevo, que se corresponde con el de la película de Luis Buñuel, ese cruento retrato de la burguesía, casi un documental psicopatológico de los males de su época, de las distintas violencias que su tiempo encarna mientras marcan las horas los pies de Israel Galván. Es un tiempo extraño, aunque nadie pueda apreciarlo en su estampa clásica: siempre se escapa un brazo de su ángulo, se desdibuja el suelo debajo del zapato, el equilibrio está a punto de perderse y casi se ve el cuerpo ya caído, extendido a lo largo del suelo. Es verdad que convive aquí Jesucristo con el Marqués de Sade, en un paso a dos que la danza de Israel Galván encarna. Es cierto que el oro aquí casi se transforma en orín para volver después a brillar en todo su esplendor dorado. Hablamos del baile de Israel Galván no como de un tiempo nuevo, sino de la exposición de nuevos aspectos del baile que provienen desde el fondo de los tiempos. La cara oculta o mejor, el rostro completo de un baile que quiere ser clásico y que solamente ahora, con Israel Galván, se muestra en todo su esplendor, verdadero y barroco. Recuerdan la escena de la película en la que un niño no para de jugar por el campo hasta que su padre, el guarda de la finca, harto de que no le obedezca lo encañona con su escopeta, le apunta y le dispara. Recuerdan la caída del niño herido de muerte en el inmenso prado. Inténtenlo ahora a cámara lenta. Cada movimiento, cada gesto es repetido en esta edad de oro por Israel Galván.

Pero todas estas referencias quedan debajo. No debemos perderlas de vista, pero se encuentran ocultas, mejor dicho eclipsadas. Lo que brilla en el escenario es una referencia al tiempo, sí, a los tiempos complejos del maridaje del toque, el cante y el baile flamencos. Simplemente eso. Un juego de tiempos en una sesión de factura clara, luminosa, resplandeciente. Una guitarra, la garganta de David Lagos y los pies de Israel Galván. Sólo les digo que no pierdan de vista las sombras, la edad de oro fue siempre una época de espejismos y trampantojos.

Pedro G. Romero

Salir de la versión móvil