Texto & fotos: Antonio Conde
En esta edición, se optó por homenajear al barrio sevillano de Triana, además de a Paco de Lucía, Curro Mairena y al investigador Luís Soler Guevara.
Se ha cumplido la 53 edición del festival de cante jondo Antonio Mairena. Lo primero que nos llama la atención es que su formato está acorde con los nuevos tiempos. Ha dejado atrás desde hace ya unos años el esquema de un festival al uso, en el que a lo largo de la noche se suceden artistas por un mismo escenario, propio de festivales veraniegos. Las múltiples actividades de formación, véase, conferencias, exposiciones etc además de un cuidado concurso de cante jondo en honor al maestro de Los Alcores y una noche de gala conforman en la actualidad una semana de actividades dedicadas en exclusiva al flamenco.
En la noche del viernes el concurso de cante jondo atrajo multitud de curiosos y aficionados para disfrutar de una noche que se alargó hasta pasadas las 3:00 de la madrugada.
Entre el público, artistas de la talla de Pepa Montes, Pedro Ricardo Miño, Ricardo Miño, Cristina Hoyos o Calixto Sánchez además de numerosas personalidades de la cultura y la política.
La emblemática Casa Palacio Duques de Arcos fue la sede tanto del concurso como de las diferentes actuaciones. Un edificio señorial con un encanto especial, evocador de tiempos pasados, en el que es fácil imaginarse a la luz de una candela en su inmenso patio las reuniones y fiestas de la alta aristocracia sevillana así como pensar en una fiesta íntima en la que el cante por derecho sería el protagonista.
En el arranque del fin de semana y dentro del concurso de cante jondo, el triunfador de la noche y ganador del primer premio 'Antonio Mairena' 2014 fue Rubio de Pruna que se alzó con el galardón interpretando tonás, soleá y seguiriya. El premio 'Casa del Arte Flamenco Antonio Mairena' fue a parar a Fco Javier Sánchez Bandera 'Bonela hijo' (cantes rítmicos). El premio 'Calixto Sánchez' recayó en Jose García Vílchez 'El Petro' y finalmente en la categoria para menores de 25 años el triunfo lo recogió Andrés Fernández (Premio Manuel Mairena). Mención especial a un jurado cuyo conocimiento y trayectoria flamenca están a la altura del concurso mairenero: Ramón Soler, Faustino Núñez, Marcelo Souza, Antonio Barberán y Javier Jiménez.
La gala flamenca con la que se cerraba una semana intensa de actividades flamencas recordaba a los festivales de antaño. Un cartel artístico en el que las grandes figuras del cante protagonizaron una velada a todas luces interesante.
El primero en subir al escenario fue Cancanilla de Marbella. Con un metal de voz brillante y acompañado de Chaparro de Málaga se nos hizo corta su actuación. Solea, seguiriya, tientos tangos y bulerias en las que se bailó. Amén de su jondura cantando, posee un carisma en el escenario que pocos tienen, por lo que haga lo que haga tiene el triunfo asegurado. Se encontró a gusto y lo demostró. Sorprende que no esté en más festivales un cantaor que, en plena madurez artística, ha demostrado con creces su valía.
El metal de Juana la del Pipa es bronce fundido. Su voz rota por el tiempo, aguardientosa, afillá que dirían otros, bien vale quilates. Ataviada de blanco inmaculado con mantón, sentenció cada tercio de sus cantes alzando la mano y señalando al cielo con el dedo. En su ya clásico repertorio de tientos tangos, soleá por bulerias, seguiriya y bulerias que tantas veces le hemos escuchado, una lucha intensa por abandonarse y dejar que el duende saliera a borbotones. Luchó contra marea con un resultado desigual en cada cante. La guitarra de Diego del Morao, el heredero natural y musical de la casa de Los Morao nos habló de cómo es el toque en Jerez en el próximo siglo. Un adelantado a su tiempo, no hay duda. El compás de Quini y El Niño de la Juana completaron la actuación.
El Pele no para. Está de moda. El tercero en salir al escenario de la Casa Palacio quiso desde el primer momento argumentar porqué es en la actualidad uno de los grandes nombres del cante. Todo aquel que lo conoce sabe su decir. Se parece y no se parece a nadie. No cabe duda que si hay un cantaor con personalidad cantaora es el cordobés. No deja de resultar sorprendente, cuanto menos, que en un pueblo como Mairena, incluyan a un cantaor caracolero. Un breve análisis de la programación nos invita a pensar que Mairena es algo más que Antonio Mairena y que en el flamenco cabe todo, incluso un cantaor caracolero. Chapó por la organización. No las tuvo todas consigo pues no siempre el público supo agradecer con sus manos las intenciones del Pele. El cantaor iba y venía, se rebuscaba en las entrañas del cante, sobre todo en la soléa cuya firma es ya Made in Pele. ¿Podremos hablar en el futuro de la soleá del Pele?
Por lo demás zambra, malagueña con fandango de Lucena y Albaicín, alegrías (recuerdo a Morente) y cierre con seguiriyas. Floja respuesta del público a un cantaor que lo dio todo en el escenario.
Antes de terminar la primera parte, el acto protocolario derivó en un dilatado y aburrido homenaje al investigador Luís Soler. Aunque merecido sin lugar a dudas, los discursos tanto del alcalde como de los demás participantes que quisieron hacer una disertación de la trayectoria del malagueño resultó larga y repetitiva máxime cuando repitieron la vida y obra del homenajeado hasta en tres ocasiones. Al menos, Luís nos deleitó con un preciosista poema de cuño propio dedicado a Antonio Mairena.
Tras un descanso, el baile del Junco abrió la segunda parte. El gaditano solo necesitó de la soleá para demostrar cómo se baila en Cádiz y quién es el Junco. Solemnidad en el comienzo y detalles reiterativos en los remates. No le acompañaron las voces del Galli y de Jose Anillo. Este último pasó fatigas para poder acompañarlo. El toque lo puso magistralmente Miguel Pérez.
La que si la lió parda fue La Cañeta. Con la fuerza de un titán, revolucionó al personal.
Temperamental, salerosa y con una gracia inusitada, la malagueña fue un vendaval de cantes festeros. Ella es en sí un espectáculo andante, sin parar de moverse, de provocar al público, de reírse del mundo y ante todo de cantar bien.
Comenzó con bulería por soleá con la guitarra de Antonio Soto. Rápido empezó con la fiesta pues a partir de aquí todo fue jarana. Tangos de su madre La Pirula, tangos del Piyayo, detalles de garrotín y tangos trianeros aprovechando los tonos menores.
Tanda de fandangos con especial atención a uno de Pepe Aznalcollar (inusual en el repertorio de cantaores actuales) y bulerías en las que su veteranía cantaora relució. Sólo los que saben pueden meter a Gloria Stefan y Cecilia por bulerías y salir airosos.
El broche de oro del festival lo puso el cantaor local Manuel Castulo. Mairenero de pro, recordó a Don Antonio sin cesar desde la toná a la soleá, a la malagueña, para finalizar con el diálogo del amargo romanceado.
Con un fin de fiesta por tonás se cerró una edición más de un festival cincuentenario que cuida cada y mima tanto a los artistas como al flamenco en todas sus expresiones.